martes, 22 de marzo de 2011

La era de las limitaciones

Acá es cuando uno se empieza a tranformar en un padre botón. Me acabo de dar cuenta.

Hasta ahora la vida de Josefina se reducía a hacer lo que quería y cuando lo quería, pero con el inicio de la dejada de pañales arranca una nueva etapa.

Si trato de abstraerme a su mundo pienso que su razonamiento sería: “Si toda la vida usé pañales, yo me cagaba, el me cambiaba y vivíamos lo nmas bien. Por qué cambiar ahora?”. Y claro, lo mismo le pasa a cualquier persona que le mueven el ‘status-quo’.

Y para peor, esto no tiene pinta de mejorar… porque empezamos con los pañales durante el día, después va a ser la noche, entre medio el chupete, mas adelante la mamadera… en fin, esta es la etapa en la que uno se empieza a sentir odiado, y no puede dejar de recordar (o no debería) lo que uno pensaba cuando de chico le pasaban estas cosas: “Tengo algo que me gusta y papá me lo saca”, como para no odiarme.

Pero por suerte también se empiezan a entender otras cosas (siempre hablando de uno como padre). Josefina había empezado en la etapa de eliminar los pañales del día; en pedir para ir al baño, incluso compramos un video para que mirara, la incentivamos con caramelos, y la verdad es que la teoría la tenía clarita.

Ella miraba el video, cantaba las canciones y repetía que hay que avisar antes de hacer pichí. Incluso repetía esto mientras se hacía pichí parada en el living de casa.

Nosotros, tratando de entender la situación y siguiendo los consejos del video, le decíamos que no pasaba nada si se escapaba el pichí, pero que se acordara que había que avisar. Entonces ella decía “se me escapó un poquito” mientras hacía en lugares donde no debía.

En determinado punto esta situación me sobrepasó y decidí cambiar la estrategia (después de 2 semanas). La rezongué cuando no avisó, le dije que era muy feo lo que estaba haciendo y que no me hacía ninguna gracia. Incluso llegó a haber una palmada cuando yo la rezongaba y ella pensaba que era divertido. En ningún lado habíamos leido y/o aprendido que eso podía ayudar en algo, si no que todo lo contrario, pero me pareció que Josefina ya entendía lo que nosotros queríamos y seguía la gracia a propósito.

El resultado (para mi sorpresa) fué muy bueno. Después de un par de rezongos ella empezó a pedir siempre para ir al baño y nunca mas volvió a hacerse en la ropa. Obviamente cada vez que lo hacía era todo festejo, cantos, bailes  y felicitaciones.

Asique ahí lo tienen. No soy ni psicólogo, ni pediatra, ni educador ni nada por el estilo; pero puedo jactarme que mi método “ayudó” (por mas que ella no lo vea así) a mi hija a aprender a ir al baño y no hacerse mas en la ropa.

Obviamente también puede haber sido pura casualidad, pero yo prefiero pensar que no.