martes, 24 de marzo de 2009

A lo Caballo

Atencion: El siguiente relato puede herir la sensibilidad de algunos lectores. Si ud. es de los que se impresiona fácilmente (o no tiene hijos aún) no siga leyendo. No siga dije… no siga… pero que chusma… bué, después no diga que no le advertí!

Anoche volvíamos del cumpleaños de Marqui a eso de las 23. Es tarde para josefina que casi siempre se duerme antes, y para colmo ayer no había tenido su siesta vespertina. Asique decidimos bañarla para refrescarla, bajarle las revoluciones y obviamente que quede limpita ya que había estado gateando por todo el salón e incluso chapoteó en algún “charquito” de cerveza. Pero como era tarde, y yo también quería bañarme, en vez de armar todo el bañito nos bañamos juntos.

Para quien no sabe, no es fácil bañarse con un bebé, ya que hay que agarrarlo fuerte (sin asfixiarlo) con una mano y hacer el resto de las cosas con la otra. Agarrar el frasco de shampoo, destaparlo con la boca, echarle en la cabeza mientras ella intenta mirar que es lo que sale de ahí, taparlo y refregarle la cabeza. Estábamos ya en la última parte, pasándo el jabón por el cuerpo y cola cuando siento un sonido como que algo (pastoso) había caido al piso de la ducha. Se me había cagado encima.

Ella seguía como si nada. No es que hizo fuerza o se quedó quieta un ratito… nada, así como estaba jugando con el agua de la ducha siguó lo mas campante mientras (literalmente) se cagaba en su padre.

Ahí tuve que proceder a nuevamente destapar el frasco del jabón para limpiarle la cola, y la señorita, que se ve que no había hecho todo, dicidió seguir haciendo mientras yo le limpiaba la cola.

Obviamente tuve que detenerme, esperar a que terminara (nuevamente ella impávida ante la situación), y volver a limpiar. Cuando terminamos el baño, Vivi nos esperaba afuera (muy divertida) para llevarse a Josefina y vestirla, y en ese momento puse mirarme yo y limpiarme.

Mas allá del asco que le pueda dar a muchos, debo reconocer que me divertía tanto su cara que poco me molestó. Creo que dejé el jabón de 1 mm de espesor cuando terminé de refregarme. Pero si me hubiesen tan solo mencionado que esto me podía pasar antes de ser padre, creo que vomitaba del asco ahí mismo.

Por lo tanto puedo afirmar que El Experimento “KK” tuvo sus frutos. Realmente hay algo que cambia en uno que hace que no le den (tanto) asco estas cosas.